Lucas, el amado colaborador

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Por: Manuel Acevedo | Misionero Laico

Vamos iniciando este mes de Octubre que la Iglesia lo dedica a las Misiones, lo que nos ha ido permitiendo hacer un viaje al corazón de amor y misericordia de Dios.

En este año litúrgico en el ciclo C nuestra querida y amada Iglesia Santa, Católica y Apostólica nos está regalando todos los domingos en el Tiempo Ordinario el evangelio de Lucas y durante la semana a partir de la vigésimo segunda también.

El Secreto de Pablo

En el boletín pasado contemplamos en el secreto de San Pablo, sus tres opciones pastorales una de ellas la de formador formadores, mencionamos a dos que no fueron apóstoles de Jesús, San Lucas y San Marcos quienes escribieron dos de los cuatro Evangelios teniéndose que nutrir de la tradición oral/memoria, es decir lo que se iban pasando de boca a boca los “testigos oculares”. 

Les quiero recomendar para que disfruten más está reflexión, leer detenidamente los prólogos del Evangelio de Lucas (Lc. 1,1-4) y de los Hechos de los Apóstoles (Hch. 1,1-5), los cuáles tiene similitudes:

«Puesto que muchos han intentado narrar ordenadamente las cosas que se han verificado entre nosotros, «tal como nos las han transmitido los que desde el principio fueron testigos oculares y servidores de la Palabra, he decidido yo también, después de haber investigado diligentemente todo desde los orígenes, escribírtelo por su orden, ilustre Teófilo, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido” (Lucas 1, 1-4)

No cabe ninguna duda de que Lucas se presenta a sí mismo como un historiador. Su método de trabajo fue de investigar exhaustivamente, minuciosamente y con sumo cuidado, todo lo relacionado a Jesús y como buen griego escribir un relato ordenado con los datos recogidos (Lc. 1,3). Para ello se sirvió de algunas fuentes de información como veremos más adelante como esos “testigos oculares”.

Vamos a profundizar en la figura de San Lucas y su relación con el Apóstol Pablo.

Lucas y Pablo

A los asiduos lectores de la Sagrada Escritura nos resulta familiar el nombre de Lucas, ya que hay un Evangelio escrito por él mismo que lleva su nombre y muchos hemos escuchado que escribió el libro de los Hechos de los Apóstoles.

Lucas viajó largas distancias con Pablo, quien lo llamó el médico amado” y “mi colaborador (Colosenses 4,14; Filemón 24)

«Apresúrate a venir a mí cuanto antes, porque me ha abandonado Demas por amor a este mundo y se ha marchado a Tesalónica; Crescente, a Galacia; Tito, a Dalmacia. El único que está conmigo es Lucas. Toma a Marcos y tráele contigo, pues me es muy útil para el ministerio»  (2 Timoteo 4,9-11)

  • Entre el año 64 al 67 d.C., durante el martirio de San Pablo en Roma, Lucas se encuentra allí, como le escribe a Timoteo. Sabe lo arriesgado que es identificarse como amigo del apóstol Pablo, quien con toda probabilidad será condenado a muerte por causa de su fe. Pero en estos momentos críticos del apóstol de los gentiles, solo Lucas permanece fielmente al lado del apóstol.

Escritor y misionero

La Sagrada Escritura no habla mucho de Lucas, su nombre solo se menciona tres veces. Sin embargo, a medida que uno la va leyendo lo que se conoce de él, lo más probable es que sienta por este cristiano fiel el mismo aprecio que sintió Pablo.

El libro de Hechos de Apóstoles está dirigido a Teófilo, lo mismo que el Evangelio de Lucas, es obvio que fue Lucas quien redactó ambos escritos inspirados (Lucas 1,3; Hechos 1,1). Los “teófilos” somos tú y yo, los amigos de Dios, poco se conoce de la vida de El.

Lucas no se declara testigo presencial del ministerio de Jesucristo. Más bien, confiesa que recibió la información de “testigos oculares”, servidores de la Palabra y que “investigó” todas las cosas desde el comienzo con exactitud” (v.3). Así que, aparentemente se hizo cristiano después del Pentecostés año 33 d.C.

Aunque en los Hechos de los Apóstoles él no se menciona, en algunos pasajes aparecen los pronombres “nosotros”, “nos”, “nuestras” y “nuestro”, lo que indica su participación en algunos de los sucesos relatados en este libro.

Al detallar el viaje de Pablo y sus compañeros por Asia Menor, fue allí donde tuvo una visión en la que un macedonio le suplicó, Lucas escribe: 

“Pasaron por alto a Misia y bajaron a Troás…Pasa a Macedonia y ayúdanos..Luego que hubo visto la visión, intentamos pasar a Macedonia”

(Hechos 16,8-10)

El que Lucas se incluya en esta parte del relato indica que, evidentemente, se sumó al grupo de Pablo en Tróade. Y la descripción que luego da de la predicación en la ciudad de Filipos muestra que él también participó en ella.   El relato de los Hechos sigue diciendo: “El día de sábado salimos  fuera de la puerta junto a un río, donde pensábamos que había un lugar de oración; y nos sentamos y empezamos a hablar a las mujeres que se habían concurrido”. En consecuencia, tanto Lidia como toda su casa aceptaron las buenas nuevas y se bautizaron (Hechos 16,11-15).

Al cuidado de un prisionero… Pablo

Lucas se preocupaba por el bienestar de Pablo. Cuando este apóstol se hallaba bajo custodia en Cesarea, el procurador romano Félix ordenó que “no se prohibiera a ninguno de los compañeros de Pablo el atenderlo” (Hechos 24,23). 

Es muy posible que Lucas fuera uno de aquellos que lo atendieron. Puesto que Pablo no siempre disfrutó de buena salud, cuidar de él tal vez fuera una de las tareas del “médico amado” (Colosenses 4,14; Gálatas 4,13).

Cuando Pablo apeló a César, el procurador romano Festo lo envió a Roma. Lucas acompañó lealmente al prisionero en aquel largo viaje de la cautividad hasta Roma, escribió de su puño y letra un relato muy gráfico del naufragio que experimentaron (Hechos 24,27; 25,9-12; 27,1. 9-44).

Durante su arresto domiciliario en Roma, Pablo escribió una serie de cartas inspiradas, en dos de las cuales se menciona a Lucas (Colosenses 4,14; Filemón 24). Es probable que, en ese lapso de dos años, Lucas redactara el libro de Hechos. Seguro que la casa de Pablo en Roma fue un hervidero de actividad espiritual. En aquel lugar, Lucas debió de mantener contacto con algunos colaboradores de Pablo, entre otros con Tíquico, Aristarco, Marcos, Justo, Epafrás y Onésimo (Colosenses 4,7-14).

¿De dónde obtuvo Lucas la información para escribir su evangelio y el libro de los Hechos?

El libro de Hechos en el que Lucas se incluye muestran que acompañó a Pablo desde Filipos hasta Jerusalén, donde el apóstol fue arrestado una vez más. En el camino, Pablo y quienes le acompañaban se quedaron algún tiempo con Felipe en Cesarea (Hechos 20,6; 21,1-17). Puesto que Felipe había encabezado la predicación en Samaria, Lucas pudo haber recabado información de él para su relato sobre las primeras misiones en aquel lugar como se narra en Hechos 8,4-25

Es probable que, durante los dos años que Pablo estuvo preso en Cesarea, Lucas investigara para su Evangelio. Ya que Jerusalén no estaba lejos, puede que consultara los archivos para establecer la genealogía de Jesús. Este escritor registró muchos acontecimientos de la vida y ministerio de Cristo que solo aparecen en su Evangelio. A este respecto, cierto estudioso en las Escrituras ha contabilizado nada menos que 82 pasajes que son exclusivos de este Evangelio.

Es posible que, la madre de Juan el Bautista, le informara a Lucas de algunos hechos sobre el nacimiento de este. Quizás María, la madre de Jesús, también le diera detalles del nacimiento y de los primeros años de vida de su hijo (Lucas 1,5–2,52).

Y puede que Pedro, Santiago o Juan le contaran de la pesca milagrosa que efectuaron con Jesús (Lucas 5,4-10).

Además, su Evangelio es el único que registra algunas parábolas del Gran Maestro, como las del buen samaritano, la puerta angosta, la mujer que perdió una moneda de dracma, el hijo pródigo y el hombre rico y Lázaro (Lucas 10,29-37; 13,23-24; 15,8-32; 16,19-31).

Conclusión

Quisiera terminar con unas palabras que me parecen son iluminadoras del gran biblista mexicano P. Octavio Mondragón: “la memoria no es un viaje hacia el pasado sino la capacidad de un pueblo de permanecer anclado en la raíz de la vida, la memoria vive de lo que es imposible olvidar”, cuanta sabiduría y verdad porque más de 2,000 años después seguimos experimentando en nuestras vidas esa raíz, Jesús de Nazaret.

Y otra de san Lucas quién es consciente de que los hechos que está narrando “no han sucedido en un rincón” (Hch 26,26). Son acontecimientos públicos que fueron brotando de la memoria de personajes que estuvieron cerca de Jesús y del nacimiento de las primeras comunidades cristianas.

Nada, mis queridos hermanos, pasó en un rincón.

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6 comments
  • Marcela
    Posted on octubre 1, 2022 at 1:53 pm

    Excelente, gracias Padre Manuel

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  • Roxana Henríquez
    Posted on octubre 1, 2022 at 7:02 pm

    Hermoso y conmovedor relato…❤️

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  • Melissa Prado
    Posted on octubre 1, 2022 at 9:48 pm

    Hermoso y edificante relato. Muchas gracias

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  • Mabel Cedeño
    Posted on octubre 2, 2022 at 1:57 pm

    Que buenos detalles, es un resumen que, a mi que me gusta saber mas, me ha llevado al sitio y a imaginar esas conversaciones de San Lucas con Pablo, con Santa Isabel y Santa María, que dicha me da y que amor de Dios permitir eso para que yo pudiera leerlo en su Palabra. Gracias y bendiciones.

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  • Sinthia Santos
    Posted on octubre 5, 2022 at 12:41 pm

    Siempre hay mucho que aprender! Gracias Padre.

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  • Yaneth
    Posted on octubre 5, 2022 at 5:08 pm

    Muchas gracias por tan hermoso relato, que en lo personal desconocía. Me ha conmovido.

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