“DISFRUTEMOS DEL ASOMBRO EUCARÍSTICO”

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El ayuno, la oración y la limosna, tal como los presenta Jesús en su predicación (Mateo 6, 1-18), son las condiciones y la expresión de nuestra conversión. En este tiempo de Cuaresma, acoger y vivir la verdad que se manifestó en Cristo significa ante todo dejarse alcanzar por la palabra de Dios y que ella penetre en nuestra vida.

La invitación para estos días que nos quedan de Cuaresma y durante los tiempos litúrgicos, es la de “disfrutar del asombro Eucarístico” (Santa Misa).  Las celebraciones Eucarísticas en su desarrollo tienen tres momentos importantes y claves: la liturgia de la palabra, la liturgia eucarística y la comunión, los cuales están totalmente unidos.

LOS EPISODIOS DE LA BIBLIA.

En la Eucaristía las palabras y los episodios de la Biblia no sólo son leídos, sino deben ser revividos; la memoria se convierte en realidad, presencia y vida. Lo que sucedió «en aquel tiempo de Jesús de Nazaret», sucede «en ese momento», «hoy en el templo».

No sólo somos oyentes de la palabra, sino actores de la misma. Es a nosotros, presentes allí, a quienes se dirige la palabra; estamos llamados a ocupar el lugar de los personajes que aparecen.

INVERTIR TIEMPO Y ORACIÓN EN LA PALABRA DE DIOS

La primera parte de la Celebración Eucarística es “la liturgia de la Palabra” escuchamos el Antiguo Testamento en la primera lectura, a esa palabra respondemos con el Salmo, el gran apóstol Pablo nos habla en la segunda lectura y listo el terreno Jesús nos habla siempre en el Evangelio.

Durante los retiros cuaresmales para la Curia Romana, el P. Rainiero Cantalamessa, señaló que es necesario invertir “más tiempo y oración” a través de la Palabra de Dios.

Los fieles debemos tener la capacidad de comprender que la palabra de Dios toca las situaciones reales de la vida y es la única que tiene respuestas a las preguntas más serias de la existencia.

En el momento de la Homilía, parte importantísima de la liturgia de la palabra, debe resonar la pregunta del etíope a Felipe en los Hechos de los Apóstoles “si nadie, me explica, ¿cómo voy a entender? (Hch. 8,31). El Presbítero explica las lecturas para que la Palabra de Dios ilumine los rincones más recónditos de nuestra oscuridad, de nuestra vida cristiana, de nuestra vida espiritual, iluminando el camino del creyente y la podamos entender, hacerla nuestra.

Los tiempos litúrgicos que nos da la Iglesia año tras año en tres ciclos A, B y C (estamos en el), son propicios para reflexionar y meditar la palabra de Dios profundamente, ocupando un lugar fundamental en la vida del cristiano. Si la comprendemos adecuadamente, aunque sea parcialmente, nos lleva a construir el amor a Dios y al prójimo que la Palabra de Dios nos propone como el gran testamento de Jesús (Jn 15,12).

Por: Manuel Acevedo | Misionero Laico | Instagram: @elticoacevedo

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