Disfrutemos del Asombro Eucarístico

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OJOS QUE MIRAN

Este tiempo de Pascua es propicio para seguir reflexionando sobre el sentido verdadero de la Eucaristía con el objetivo que vayamos mejorando nuestra participación en ella, asombrándonos de las cosas maravillosas que suceden en su celebración a través de nuestros ojos.

Los ojos juegan un papel clave en la celebración litúrgica de la Eucaristía.  Por medio de ellos recibimos, comunicamos y expresamos. El ver y el mirar juegan parte de una metodología “visual”: las imágenes, la luz de los cirios, los gestos expresivos de las manos del que Preside, los ornamentos con sus colores que nos van marcado el tiempo litúrgico en el que estamos, el pan y el vino, entre otros.

El dirigir los ojos hacia un lugar, hacia una persona o una cosa, puede tener un significado y una gran fuerza de comunicación que da un sentido de profundidad a nuestra celebración

Así como también nos pueden causar distracciones, que nos hacen perder el verdadero sentido de la Eucaristía, al ver a los hermanos usando los celulares después de la Homilía, tomando fotos, otros yendo al servicio en medio de la consagración y tantas causas más, que nos despistan del lugar y de lo que estamos celebrando.

LOS OJOS DE JESUS.

Durante la Semana Santa y ahora en la Pascua hemos escuchado en los evangelios la fuerza de la mirada de Jesús, uno de los aspectos que más impresionó a sus discípulos. Nos lo recordaba el P. Jorge durante la Homilía del domingo de Ramos que le llamó la atención la mirada de Jesús cuando Pedro lo niega por tercera vez, “el Señor, volviéndose, miró a Pedro”.

Una de las grandes enseñanzas a sus discípulos y ahora a nosotros es saber ver y discernir los acontecimientos de la vida. Jesús pasa su vida con una capacidad de admiración y profundidad en su mirada (Mc. 6,41), esto lo debemos aplicar a la celebración Eucarística.

OPCION. UNA LITURGIA MÁS VISUAL.

La reforma litúrgica nos permitió una mayor visibilidad de toda la celebración: el que Preside (Sacerdote) desde la sede, la disposición del ambón y el altar de cara a la asamblea. Pero todavía habría que hacer mucho para que la comunicación visual llegue a funcionar para mejorar la participación de los fieles en la Eucaristía.

Los ojos también celebran. No solamente los oídos y la boca. Dirigir los ojos hacia la sede, el ambón o el altar, hacia el pan y el vino. No cerrarlos o bajar la cabeza en el momento de la consagración.  

Los ojos nos permiten adorar y contemplar el milagro que Jesús se convierte en el Cuerpo y Sangre, o hacia el que está proclamando la Palabra de Dios, nos pone en situación de cercanía y contacto.

La mirada se convierte en una gran ayuda para participar de los ritos (entrada, comunión y despedida) y liturgias (Palabra y Eucarística) que tiene lugar en la celebración. Hay momentos que es bueno cerrar los ojos y concentrarnos en nosotros mismos y unirnos al que Preside, como los tres momentos de oración: colecta (al inicio), sobre las ofrendas y después de la comunión. También en el silencio de la post-comunión, sentados damos gracias a Dios y escuchamos su voz, que brota del silencio y allí dará fruto.

Fuente: P. José Aldazabal | Doctor en Liturgia

Por: Manuel Acevedo | Misionero Laico | Instagram: @elticoacevedo

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