En este caminar del Año de San José y la familia, queremos seguir compartiendo estos temas para su reflexión, meditación, para que los comenten y puedan iluminar su realidad familiar cotidiana en el “trabajo artesanal” (AL #17) como lo llama el Papa Francisco en Amoris Laetitia, y así motivar a los padres a que sean los primeros y más grandes educadores y maestros de la fe de sus hijos, en ese parecerse más a Dios, que nos lleva a vivir un camino de santidad.
Un primer aspecto que quisiera tocar, es la misión que debe vivir la familia, ella es ante todo una comunidad de personas fundamentada en el amor, la fe, la comunión y la santidad, nuestro modelo es Jesús en la cruz, donde vemos ese dar la vida por el otro, en el sacrificio, servicio, respeto, fuerza importante y vital para la formación de la persona humana, y es que conforme vamos viviendo está experiencia, el amor va creciendo y luego lo podemos ir llevando a otros, a ese ¡Dios amor!.
La familia, es la primera escuela de santidad en valores humanos y cristianos. Por eso, a ella le corresponde transmitir los valores fundamentales para formar la personalidad de los hijos. Al hablar de valores, hablamos de los criterios conforme a los cuales nosotros cristianos o la sociedad juzga la importancia de las personas, las formas de conducta y la relación de unos con otros. En otras palabras, son los criterios que dan sentido y significado a la vivencia de las personas y a la sociedad, esto va a permear la vida eclesial tan necesitada de verdaderos testigos del amor de Dios.
En segundo lugar, es importante tener claro que la vida humana, es inviolable, ya que es un don, regalo, gracia de Dios y que nosotros somos únicamente sus administradores. Para que la familia cumpla con el llamado a ser escuela o transmisora de valores debe enseñar a sus miembros a vivir respetando la vida propia y la de los demás; a amar y compartir sin egoísmo; a ser solidarios y luchar por ser justos; a practicar el perdón, es decir enseñar a vivir la FE en Dios y en Jesús su hijo, a través de la fuerza que imprime a nuestra vida el Espíritu Santo.
Un tercer aspecto es el momento actual que vivimos como familia, y en el que vemos la NECESIDAD URGENTE DE DIOS EN LA VIDA FAMILIAR, PANAMÁ NECESITA DE DIOS, como misionero y miembro de esta Iglesia, veo con preocupación la grave crisis de valores de nuestra sociedad que en cierta forma refleja la crisis a lo interno de la familia, lamentablemente nos quedamos de brazos cruzados, no apostamos por rescatarla. Como ejemplos, la violencia generalizada que irrespeta y viola la dignidad de la persona y que ataca directamente a la vida; la acentuación en valorar lo material y el individualismo que llevan a cometer grandes injusticias. Como lo ha vendido señalando nuestro párroco P. Manuel A. Díaz en sus homilías, en la escala de prioridades, “Dios no ocupa el primer lugar”, en la familia, en la sociedad, sino que se deja a un lado o en el olvido, causando un gran vacío en la Iglesia Doméstica la familia. Unámonos en oración familiar a Dios Padre Nuestro, para que nos ayude a cumplir con la misión de ser santos, como su Hijo Jesús, para cumplir con seriedad y perseverancia el ser educadores de nuestros hijos en los valores humanos y cristianos, en especial el amor y la santidad.
Por: Manuel Acevedo | Misionero Laico | Instagram: @elticoacevedo
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