Por: Manuel Acevedo | 2 minutos
Hemos seleccionado para este mes de agosto el tema de la colaboración mutua, que nos permite estar en comunión con nuestra Iglesia Arquidiócesana en la fase de la Evangelización.
Seguramente te estás preguntando, ¿Qué es la colaboración mutua? Pues es la acción que se da cuando dos o más personas, comunidades o instituciones, trabajan juntas de manera cooperativa, compartiendo recursos, habilidades, conocimientos o esfuerzos para lograr un objetivo común.
- LA COLABORACIÓN MUTUA EN LA FAMILIA
La familia es el lugar de encuentro, del compartir, del salir del sí mismo para acoger a los otros y estar cerca de ellos. Es el primer lugar donde se aprende a amar (Papa Francisco).
La familia consiste en personas que viven bajo el mismo techo: padres, hermanos, abuelos, parientes, etc… Es bueno que nos preguntemos: ¿siento verdadero amor por cada persona de mi casa? ¿cómo hacer de tu hogar un lugar donde puedas decir a los demás: ”mi casa es tu casa”?. Donde se vivan las actitudes de fe, comprensión, colaboración mutua, y la unidad que vivieron José y María cuando buscaron a Jesús perdido por tres días.
- LA COLABORACIÓN MUTUA EN LOS NIÑOS, ADOLESCECENTES Y JOVENES
La niñez hoy en día, deber ser destinataria de una acción prioritaria de la Iglesia, de la familia y de las instituciones del Estado, tanto por las posibilidades que ofrece, como por la vulnerabilidad a la que se encuentran expuestas. Los niños son un don y signo de la presencia de Dios en nuestro mundo por su capacidad de aceptar con sencillez el mensaje evangélico.
Los adolescentes, merecen especial atención. En esta etapa no son niños ni jóvenes. Están en la búsqueda de su propia identidad, de independencia frente a sus padres, de descubrimiento de grupo. El adolescente busca una experiencia de amistad con Jesús.
Los jóvenes, son sensibles a descubrir su vocación a ser amigos y discípulos de Jesús. No temen el sacrificio ni la entrega de la propia vida, pero sí una vida sin sentido. Por su generosidad, están llamados a servir a sus hermanos, especialmente a los más necesitados, con su tiempo y vida. Con preocupación constatamos que innumerables jóvenes en nuestro país, atraviesan por situaciones de pobreza que limitan el crecimiento armónico de sus vidas. Están muy afectados por una educación de baja calidad que los deja por debajo de los niveles necesarios de competitividad. Otros, que no tienen posibilidades de estudiar o trabajar.
- LA COLABORACIÓN MUTUA EN LA IGLESIA
El Evangelio de san Juan (6,5-13) va a iluminar este tercer aspecto sobre la colaboración mutua en la Iglesia. La multitud se conmueve por el prodigio de la multiplicación de los panes, pero el don de Jesús ofrece esa plenitud de vida para el hombre hambriento. Jesús sacia no solo el hambre material, sino esa más profunda, el hambre del sentido de la vida, el hambre de Dios. Todos los milagros de Jesús requirieron de la fe de quienes lo pedían. Este, además requirió de la generosidad de aquel muchacho. Como si quisiera decirnos con ello el evangelista, que para obtener el milagro de la propia conversión o del propio progreso espiritual y humano, siempre se requiere generosidad. Darlo todo, y darlo de corazón.
Los cinco panes son, sin duda, una representación de los talentos que Dios nos ha regalado. Sólo en la medida en que demos a los demás, fructifican y rinden todo cuanto puedan. Si los guardamos para nosotros mismos pueden echarse a perder. Hay que recordar que el milagro comienza cuando aquel muchacho cedió al Maestro sus panes, para que diera de comer a toda una multitud.
Que podamos reproducir en nuestras vidas sentimientos de solidaridad y acompañamiento como respuesta a la llamada que recibimos desde nuestro bautismo.
Temas de la fase de la evangelización 2024“La colaboración mutua
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