Kiko Arguello | 3 min
Este domingo 19 de mayo de 2024 –tras 50 días de Pascua–, la Iglesia universal celebra la gran festividad de Pentecostés. Una celebración de primerísimo orden para todos los católicos, con la que se da por concluido, gracias a la venida del Espíritu Santo, este tiempo litúrgico tan importante.
En un encuentro público con jóvenes en Madrid, allá por finales de los ochenta, y como preparación para la Jornada Mundial de la Juventud, el coiniciador del Camino Neocatecumenal, Kiko Argüello, dio una catequesis sobre Pentecostés que queremos compartir con ustedes.
1-Nos testifica que es Dios
«Cuando estaban reunidos sus discípulos, el día de Pentecostés –que es una fiesta hebrea, ‘la fiesta de las semanas’, porque conmemora la entrega de la Ley en el monte Sinaí–, de pronto, unas lenguas de fuego se pusieron sobre sus cabezas y sintieron dentro que algo estaba pasando, dentro de ellos mismos sintieron el Espíritu de Dios. Este Espíritu les dio testimonio, les testificó que Aquel con el cual habían estado no era solo el Mesías –una especie de segundo Moisés que iba a liberar al pueblo–, sino que Aquel que había sido muerto y crucificado era Dios mismo».
2-Partícipes de Su naturaleza
«Este hecho, de que el Espíritu Santo tocara a los hombres y los transformara –porque el Espíritu mismo de Dios dentro del hombre hace que los hombres sean ‘deificados’, sean templos de Dios mismo, o sea, que participen de la misma naturaleza divina–era un acontecimiento nuevo. Jamás los hombres habían tenido la gracia de que la naturaleza misma de Dios entrara en ellos y se amalgamara con la naturaleza humana, sin confundirse, en una especie de hipóstasis. Eso que les pasó a aquellos hombres, que los transformó en evangelizadores y que les hizo gritar como locos, es la misma noticia de hoy».
3-Es la garantía de Su amor
«Lo mismo que aconteció en aquel Pentecostés me ha sucedido a mí, y te sucede hoy a ti. Es el milagro de la fe. Que el Espíritu de Dios, descendiendo a mi corazón, ha dado testimonio de que Él es Dios. Me ha testificado su amor. El Espíritu Santo habitando en el hombre es la garantía de su amor. Cristo nos ha rescatado de la esclavitud al pecado y a la muerte y la prueba de su rescate es el Espíritu Santo. Dios es esto, y ¿sabes lo que es esto? Que Dios te quiere».
4-Ser uno, para que el mundo crea
«Dios ha dado la vida por tí en Cristo cuando éramos unos malvados. Dios no puede negarse a sí mismo, su naturaleza es ser uno en ti, quiere estar en ti. Dios está en toda la creación, pero quiere estar en ti, no como está en la creación, sino en el Espíritu Santo, como persona, totalmente en ti. Para que participes en el misterio de la Trinidad que es el amor, el misterio de la unidad. ‘Padre, Yo en ellos y Tú en mí, para que sean perfectamente uno y el mundo crea. Padre, que el amor con que el me has amado a Mí, esté en ellos’. No se puede separar el amor del padre por el hijo. Si ese amor, que es el Espíritu Santo, está en ti, está también el Hijo. Si yo hoy soy cristiano, está en mí el Padre amándome, está el Hijo y el Espíritu Santo».
5-Convertirse para dejarlo penetrar
«¿Qué es convertirse? Creer que Dios está ahora mismo deseando entrar en ti. ¿Qué es convertirse? Renunciar al pecado, pero no en tus fuerzas, dejar la esclavitud a ti mismo, a ser dios de ti mismo. Conviértete para que el Espíritu Santo pueda penetrar en ti y pueda conducirte al cielo. Convertirse es dejar tu vida en manos de Dios, dejar de ser Dios y de matar a Cristo en ti, porque, si matas a Dios en ti, estás solo, y lo único que puedes hacer es llenar esa soledad de dinero, de pornografía… para continuar estando solo, en una especie de círculo vicioso satánico. Dios es amor y el hombre que está en pecado está solo. La soledad es el infierno. La comunidad es la Iglesia, la Iglesia es una comunión».
6-El depósito de la vida eterna
«La fe viene por el oído y por la fe viene el Espíritu Santo, cada vez que escucháis el kerigma os abrís un poquito al Espíritu Santo. La Virgen María dice: ‘Hágase en Mí lo que Tú dices, yo lo acepto’, e, inmediatamente, el Espíritu Santo la cubre con su sombra. Hermanos, Dios os ama, es gratis recibir el Espíritu Santo, es gratis ser santo. El Espíritu Santo nos hace hijos de Dios, nos hace amigos de Dios. Es el depósito de la vida eterna ahora. Nosotros predicamos a Cristo y a Cristo crucificado, escándalo para el mundo, pero, para los que creen, potencia de Dios. Y os anuncio una buena noticia, un día subiréis a la cruz donde está la verdadera felicidad».
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