En los meses pasados hemos seguido dinamizando el trabajo parroquial en la vida sacramental, en la catequesis de niños y jóvenes, en las celebraciones litúrgicas de todos los días, en las Exequias de hermanos que han partido, en nuestras redes sociales venimos acompañando el caminar de la familia, a través de la Sagrada Escritura y dándole sentido a su misión y a la nuestra.
Iniciamos el mes de la patria y de la Santidad, seguimos renovando nuestro trabajo y atención pastoral a nuestros fieles, a estos aspectos que hemos mencionado anteriormente, queremos agregar el fortalecimiento y el llamado que Dios nos ha hecho a la vida cristiana y a la Santidad. Jesús nos pide en el Evangelio de Mateo que “sean perfectos como el Padre del Cielo”, que es su propio Padre, nos está llamando a ser santos y, a la vez, nos está proporcionando el medio eficaz, él mismo, el Verbo que se hace carne para habitar en medio de nosotros para poder enseñarnos quién es Dios y limpiarnos del pecado.
Solo Jesús nos puede revelar cómo es Dios, pues siendo su único Hijo lo envío a nosotros para devolvernos la Santidad. Nos llamó a ser «santos», que es más que ser «buenos y piadosos»; pero, a la vez, de mayores exigencias, responsabilidades y riesgos.
Este llamado a “ser santo”, es para todos los que por gracia hemos recibido el sacramento del Bautismo, sin distinción ni condición, esto tiene el mismo y fuerte significado, dejar de ser nosotros mismos renunciar al “hombre viejo”, para que en Jesús habite en nosotros y nos de vida nueva y nos convirtamos en personas nuevas, para comunidades cristianas nuevas para una sociedad nueva.
El mundo de hoy continúa relajado en la soberbia, el egoísmo, la falta de amor, de los que dicen ser «los buenos», ciegos como Bartimeo el del Evangelio de Marcos (10,46-52), queriendo ser guías de otros ciegos, en lugar de clamar al Padre bueno ¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!, para poder recobrar la vista y poder así guiar a muchos hermanos que lo necesitan con urgencia por el camino de la santidad.
Hoy necesitamos con urgencia ser los “hijos de la Luz”, que significa ser santos. No nos contentemos con ser buenos vayamos más allá, no nos conformemos con lo poco. Estamos llamados por Dios, a ser santos. Dios nos quiere santos, como Él es santo. La Santidad nos hará experimentar el amor infinito de Dios, con la verdad, la vida y la esperanza.Tal vez nos preguntemos, ¿pero y cómo ser santos en este mundo que nos arrastra a todo lo contrario…..? Haciendo las pequeñas cosas del trabajo artesanal, construyendo pequeñas metas, soñando con un mundo mejor, una familia mejor, una parroquia mejor y poco a poco veremos que la santidad, con la ayuda de Dios, siempre con su ayuda, nos llevará a ser santos. #AñodelaFamilia #Biblia #Misión #Santidad
Manuel Anselmo Díaz | Párroco de Guadalupe
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